Los dominicos llegaron a Filipinas en 1579. Junto con la tarea evangelizadora, desde un principio, la educación, creando varias escuelas y la Universidad de Santo Tomás de Manila.
En la sala destacan dos tipos de representaciones religiosas: las de madera y las de marfil.
Las primeras son más populares, porque son más modestas y eran usadas por la gente para decorar sus casas.
Luego, los marfiles hispano-filipinos, que son imágenes cuyo tema es español pero fueron realizados en filipinas. Son piezas destinadas a las iglesias, conventos o edificios oficiales.
Casi la mitad del total de marfiles hispano-filipinos conocidos, corresponde a imágenes de Cristo. El más impresionante que posee el monasterio, el Cristo de Isabel II, sorprende por su gran realismo y su expresividad.
En medio de la sala están ubicados una serie de doce piezas de nácar, o madre-perla, representando 12 estaciones del Vía crucis.
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