Los dominicos llegaron a Japón en 1592. También sufrieron varias persecuciones, pero todavía están en el país.
Una de las obras que más destaca es el Fumi-e o «imágenes para pisar». Los japoneses sospechosos de simpatizar con el cristianismo debían pisotear el Fumi-e durante la ceremonia del E-fumi con el fin de probar a las autoridades que ellos no eran cristianos.
Los tres crucifijos expuestos encima del Fumi-e, están muy dañados, dado que han sufrido la bomba atómica de Nagasaki en 1945.
La mayor parte de las piezas de porcelana japonesa que están en esta sala han sido realizadas para la exportación a Occidente (porcelana Imari, Satsuma, etc).
La vitrina siguiente presenta los principales dioses japoneses, por ejemplo, los Siete Dioses de la Fortuna. Hotei es el más famoso. Siempre está representado como un monje calvo, mal afeitado, sonriente, con un vientre enorme. Es el Dios de la alegría y magnanimidad.
Al final de la sala, se puede contemplar otro altar budista para el culto a los antepasados. Esta vez, es como un pequeño armario y dentro se encuentra una figura de Buda, unos incensarios y tablas que representan el alma del difunto.
En la siguiente sala destacan dos magníficos kimonos bordados. Es la vestimenta tradicional japonesa, tanto para los hombres como para las mujeres. Se trata de una prenda amplia y suelta, abierta completamente por delante. No lleva botones ni lazos y se cierra! con un cinturón, que puede alcanzar hasta tres metros, que se llama el «obi».
Justo detrás expuestas una katana y una wakizashi. Son los espadas que llevan samurais. El conjunto de ambas se llamas “daisho”
Al final de la sala, se puede contemplar otro altar budista para el culto a los antepasados. Esta vez, es como un pequeño armario y dentro se encuentra una figura de Buda, unos incensarios y tablas que representan el alma del difunto.
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